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Textil

Cuando los residuos son recursos: 400 empresas catalanas ya tenían proyectos de economía circular en 2017

Cada vez son más las empresas que tratan de dar nuevos usos a los excedentes y residuos que generan: la comida y la ropa que se acumula pueden tener una segunda utilidad, al igual que las piezas de los vehículos desguazados.

Reproducción y traducción al castellano de un artículo de Elena Ferran para El Punt Avui, publicado el 17/12/2018

El modelo económico actual es insostenible. La producción y el consumo de bienes y productos de corta duración ponen en peligro el futuro del planeta y precipitan el fin de las materias primas. Para tratar de frenar esta tendencia, se propone tomar como ejemplo el modelo cíclico de la naturaleza, en el que nada se pierde y todos los elementos se transforman. La economía circular se presenta como la solución para aprovechar al máximo los recursos y conseguir que tengan valor tanto tiempo como sea posible. La innovación y la investigación en la industria son clave para avanzar en el diseño de productos biodegradables o que contengan materiales que no puedan devolver al medio ambiente pero que sean fáciles de extraer para reciclarlos, repararlos o darles una segunda oportunidad.

El Consejo Europeo acordó en 2010 avanzar en la Estrategia Europa 2020 impulsando la competitividad, la productividad y el crecimiento en esta dirección. Dos años después, la Generalitat aprobó las bases de la Estrategia Cataluña 2020, en que se identifica la economía verde y circular como uno de los ámbitos prioritarios para mejorar la competitividad y el empleo. Según un estudio elaborado por Acció-Agencia para la Competitividad de la Empresa de la Generalitat de Cataluña, cerca de 400 empresas catalanas ya hacían algún proyecto sobre economía circular en 2017 en el ámbito del agua, la energía o el tratamiento de los residuos . Unas cifras que, según explica la coordinadora de economía circular de Acció, Maite Ardèvol, han continuado aumentando en los últimos años, ya que las empresas se están dando cuenta de que reutilizar y compartir recursos tiene sentido desde el punto de vista económico. «El sector agroalimentario hace muchos años que da salida a materias primas, pero la clave ahora es cómo se ha instalado en el ámbito de la innovación, y vemos muchas start-ups que nacen con este objetivo», señala Ardèvol.

Los sectores con más potencial para aplicar medidas de economía circular son el agroalimentario, la industria química, el transporte y la logística. Desde Acció se mantienen abiertas líneas de ayudas a las pymes para incorporar criterios ecológicos y sostenibles en el diseño y el desarrollo de sus productos y para definir nuevos modelos de negocio basados en la economía circular. Según explica Ardèvol, la mitad de un total de 32 clústers empresariales en Cataluña tienen en la agenda trabajar en esta dirección con los centros tecnológicos que hay en el territorio.

Los excedentes del campo, en la mesa

El sector agroalimentario es uno de los que más potencial tienen para el aprovechamiento de recursos. La empresa Espigoladors nació en 2015 en Barcelona con el objetivo de luchar contra el despilfarro alimentario y como un proyecto integrador para acoger y apoderarse colectivos en riesgo de exclusión social. Los equipos de «espigoladors» (recolectores) encargan, como se hacía antiguamente en el mundo rural, de recoger las frutas y las verduras que los agricultores descartan, por excedente o porque estéticamente no tienen salida en el mercado. El modelo ha funcionado con éxito en todo el territorio, con la implicación de una cincuentena de entidades que contribuyen cuando hacen la cosecha y con la colaboración de cerca de un centenar de productores en todo el país. «Queremos romper con el modelo asistencial de proveer alimentos a las entidades y hacemos la cosecha con los mismos beneficiarios de los alimentos», explica el responsable de las recogidas, Marc Farrés. El objetivo es lograr comunidades de «espigoladors» en todo el territorio. «Ahora que tenemos la temporada de cítricos, nos movilizamos con entidades y campesinos en las tierras de Lleida«, explica Farrés, que reconoce que, cada vez más, los agricultores ya esperan que acudan antes de volver a labrar o para elegir el que ya han cosechado ellos mismos.

Las cifras son positivas, y con estos años calculan que ya acumulan 521 toneladas de alimentos recuperados gracias al medio millar de intervenciones en el campo, con la implicación de unos 2.000 voluntarios. «Somos conscientes de que somos una ínfima parte de la solución si pensamos que el 40% de los alimentos se tiran», reflexiona Farrés. La mayor parte de la producción se destina a entidades sociales, pero un 5% de lo recogido se convierte en conservas. Las cremas, las salsas, los patés y las mermeladas que elaboran bajo la marca Es-imperfect («Es imperfecto») son una segunda oportunidad que permite generar más empleo.

Segunda vida para los vehículos

Las plantas de reciclaje de vehículos son un ejemplo de cómo se puede alargar la utilidad de materiales que han quedado en desuso. En Mataró, la empresa Reciclauto es una de las pioneras a desmontar los coches y revender las piezas que pueden alargar la vida de otro vehículo. El resto de materiales que tienen valor para reciclar son la chatarra, el vidrio y el caucho, que se llevan a tratar a otros centros de reciclaje para fundirlos o trinchar y hacer otros nuevos. Son los materiales más valorados en esta nueva cadena. En las instalaciones donde reciben los vehículos siniestrados o que se dan de baja, se retiran los materiales contaminantes tales como líquidos y baterías antes de desguazarlos.

La normativa de 2015 establece que un 85% de las piezas del vehículo deben ser re-aprovechables, pero a partir de 2020 la ley será más estricta y los centros de reciclaje de vehículos deberán aprovechar hasta un 95% de los materiales. El gerente de Reciclauto, Josep Maria Escolano, explica que se está trabajando en proyectos europeos para que los fabricantes apuesten cada vez más por no mezclar plásticos y que se hagan componentes fáciles de reciclar. Las piezas extraídas, una vez verificadas, limpiadas o reparadas, tienen salida en el mercado de segunda mano, aunque la competencia de repuestos nuevos a precios competitivos cada vez lo pone más difícil. Aún así, Escolano asegura que hay componentes como los pilotos, los alternadores y los retrovisores que tienen más demanda. Las reticencias para hacer uso de las piezas recicladas llegan a menudo por parte de los mismos fabricantes o mecánicos, que prefieren apostar por sus componentes o comprar otros nuevos y cargar el coste al cliente, asegura Escolano. Se calcula que en 2018 se habrán dado de baja en Cataluña unos 90.000 vehículos, cuando se había llegado a cifras de 140.000. A Reciclauto, centro autorizado a desguazar también motos y camiones, se destruirán un total de 1.300 vehículos.

Camisetas que vuelven a ser hilo

La cantidad de ropa que se acumula en el armario se puede reciclar y ya hay empresas que, con contenedores en las calles, se encargan de hacer una elección y dar un segundo uso a la ropa. Para las empresas textiles, sin embargo, los excedentes son residuos que se acumulan en los almacenes.

La firma Hallotex, una de las empresas textiles en la capital del Maresme especializadas en el diseño de moda, lleva a cabo un proyecto innovador para dar salida a este stock, que recupera y transforma en nuevas materias. Hallotex, que tiene su sede en Mataró y una planta de producción en Tánger, forma parte de un grupo de empresas propias y asociadas que están certificadas en procesos sostenibles. Desde hace unos años, es miembro de las asociaciones sin ánimo de lucro del textil Sustainable Apparel Coalition-Textile Exchange y colabora con el centro tecnológico Eurecat. La empresa destaca por la investigación y la inversión para encontrar soluciones y hacer los residuos nuevos tejidos sostenibles.

Así nace un nuevo concepto de producto que han llamado organic sound, y que ofrece productos sostenibles de merchandising textil que aporta un diseño personalizado que ya ha despertado el interés de algunos grupos de música. El proyecto va más allá de contribuir al aprovechamiento del tejido y tiene una vertiente social con el acuerdo de colaboración con el centro de trabajo especial de la Fundació Maresme, que da trabajo a personas con discapacidad intelectual.

La gerente del centro, Carme Martín, explica que, a lo largo del año, la empresa les lleva unas 300.000 prendas descatalogadas. «Se han de eliminar los imanes, las etiquetas y los botones que lleven, y se revisará antes, porque no se puede reaprovechar ningún tejido que lleve lycra», explica Martí, satisfecha de la colaboración, que permite dar trabajo a 55 trabajadores del centro. Los kilos de ropa se envían a una fábrica de Olot, donde se trituran para obtener el hilo a partir del cual sale el nuevo tejido.

 

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